miércoles, 30 de enero de 2013

La candelaria de María del Adarve

Bello poema de una vecina de la Huerta Palacio.

© Enrique Alcalá Ortiz
                María del Adarve, que de pequeña vivió enfrente de la ermita de Belén, precisamente donde los jóvenes se ponían a hacer rincoros durante las fiestas de la Candelaria y el Carnaval, añora en este bello romance aquellos festejos de su infancia.

Campaniles saltarines
hienden el aura temprana
de aceite fresco, pan blanco
y chimeneas ahumadas.

Han desgarrado los gallos
el corpiño azul del alba
y hacen las campesinas
las migas y las viandas.

Ellos, sacan a las bestias,
las aparejan y cargan
los aperos de labranza.

Salen los aceituneros.
Comienzan a andar las fábricas,
las posadas se abarrotan,
y las mujeres se afanan.

Lejos, muy lejos,... se oyen
los pregones de la plaza.
¡Puñalitos de cristal
y finas hebras de plata
se rompen en los vergeles
que hasta el mirador se alzan!

Entre palomas rosas
pasea La Candelaria,
camino de la Asunción...
¡más pura que la alborada!

En la sacristía grande
los lugareños aguardan
la bendición de las roscas,
en cintas de seda blanca.

****
Esta noche habrá rincoros,
ronda, ilusión, luminaria,
coplas de sal y pimienta
y risa en la encrucijada.

Están los niños revueltos,
buscando ramón y barda,
sillas ancianas, rondeles,
cartonajes y retamas...

El día lleva pellizas,
toquillones y bufandas;
más la noche se atavía
de estrellas y luna clara,
y sacarán los mozuelos
a las mozas entre palmas
a bailar la jeringoza,
risueñas y arreboladas.

¡Qué bella será la luna,
¡qué tierna será la escarcha,
¡qué apacibles los umbrales,
¡qué emocionantes las flauta
¡qué suaves los requiebros,
¡qué pícaras las miradas, ...,
¡qué bravíos los cantares,... ,
y qué dulces las palabras!...

Entre llama y charamusca,
crepitará la tonada
y reventará la risa
nerviosilla, en carcajada.

Se vestirá la ilusión
de grosella y esmeralda
y flautearán los almendros
 su primavera temprana.

Parlarán en las esquinas
las madres, y las ancianas,
desgranarán el rosario
entre murmurios y pausas.

Y al fin soñarán las rosas
por los senderos del alba
con Cupidillos de menta,
clavel y canela en rama...

¡Ay noche de mamarones,
noche de llama y escarcha,
cómo pasas sonriendo
por mis ventanas nubladas!