martes, 2 de julio de 2013

Una hermandad que crece

NUESTRA SRA. DE BELÉN

Adarve Núm.44 Priego de Córdoba, 2 Agosto, 1953

La Hermandad de Nuestra Señora de Belén, pequeña entre las pequeñas, se dispone a celebrar la fiesta de su Titular con el mismo generoso empuje con que lo hiciera el año pasado.
La venerada Señora nunca se vio tan galantemente agasajada.
Tuvo su novena, fue entretejida de canciones y ampliada por el hilo de los altavoces. Debido a éstos, el barrio entero se convertía en un gran templo, estremecido de solemnidad, sobre todo a la hora del sermón.
Porque la Virgen de Belén también tuvo su predicador, el joven jesuita Reverendo P. Juan Vargas, que, entre otras cosas, supo conquistarse el afecto de los hermanos por su sencillez y cordialidad.
Tuvo su rifa en la que superó a todas las Hermandades locales de segunda categoría, colocándose, tímida y sorprendida, inmediatamente después de los grandes colosos de la devoción popular prieguense.
Tuvo, su procesión, fervorosa y concurrida, y cargada de oraciones, de cantos y de coraje por la Virgen de Belén.
Y hasta tuvo sus presentes, ofrecidos con mimo de enamorado, finura y galantería por sus nuevos directivos.
Sea muestra de ello la hermosa araña, que pendía coqueta en las noches del novenario, y que fue donada por el Hermano Mayor Don José Martín Adamuz.
A la Virgen de Belén no le faltó nada.
Y por eso, después de las solemnidades, los hermanos descansaron satisfechos.
Y en los días de silencio que siguieron a la algazara de Agosto, la Virgen ha tenido tiempo de recordar y agradecer estas jornadas lujosas, y con ellas toda la historia pintoresca de su pequeña Hermandad.
Si ahora es grande, es dos veces grande.
Porque su grandeza se funda en una base labrada de insignificancias.
La Hermandad de Belén nació en una humilde capillita que solo llegaba hasta la boca de la actual media naranja, y a los pies de un cuadro de Nuestra Señora, envejecido por los años, pero siempre fresco en la vida del barrio.
Luego se amplió la iglesia; se adquirió la Virgen, comprada físicamente por todos los vecinos; después el San José viejo; después el nuevo...
Y alrededor de este desarrollo material, la Virgen de Belén vio estallar el amor fervoroso de sus hijos en expansiones externas repletas de colorido y folklorismo.
«Las jornadicas» intimas y familiares, «Los pastores de Belén”, cuadro simpático que alegraba las calles de Priego los días de Navidad; «Las pastorás»; las «rifas de moñas»; la primera procesión con todo el atuendo prestado por la Hermandad de la Aurora; el entusiasmo sincero de sus cofradías, alardes de buena voluntad y amor a la Virgen; la rápida sucesión de algunas directivas, ansiosas de superarse; el comienzo de las novenas...
Todo esto lo habrá recordado la Virgen con una sonrisa de agrado.
Y mientras la Virgen recuerda, otras nuevas fiestas, densas y apretadas de ilusiones se nos echan encima.
Hoy la Hermandad va llegando a su mayoría de edad.
Ha crecido con rapidez, y a pesar de todo se encuentra robusta y esperanzada.
Quizá haya perdido un poco de tipismo, pero eso siempre hay tiempo de recuperarlo.
Lo importante es desarrollarse vigorosa, y para eso la Virgen de Belén cuenta este año, lo mismo que el pasado, con dos elementos de singular consideración.
 Uno es la arrolladora vitalidad de su joven directiva. D. José Martín Adamuz, Hermano Mayor y hombre práctico, sabe afrontar y resolver con serena objetividad los muchos problemas que salen al paso en la marcha de la Cofradía. Los demás hermanos no encuentran como agradecerle el que haya aceptado y esté desempeñando su cargo con tanta exactitud y espíritu de servicio, a pesar de las múltiples ocupaciones que exigen su atención.
Rafael Pareja, Secretario, organizador el año pasado de la nueva Junta, trabaja incansablemente, debiéndose gran parte del esplendor actual de la Cofradía a sus esfuerzos e iniciativas.
Francisco Mesa, Tesorero, dinámico y efectivo, se ha entregado tan por completo a la labor de la Junta, que ha llegado a ser un factor imprescindible en todas sus realizaciones.
 

Y en fin, todos, incondicionalmente comprometidos, empezando por Antonio Carrillo, Segundo Hermano Mayor, que anima la vida de las juntas con su entusiasmo, y siguiendo por Joaquín Serrano, cofrade veterano, que enlaza las viejas tradiciones con la moderna directiva; Francisco Aguilera, totalmente compenetrado con el carácter de la Hermandad; Francisco Cobo, Alejo Sánchez, Francisco Montes, Francisco Torres, Francisco Merino, Rafael Gallardo,  etc.
El segundo elemento con que cuenta la Hermandad de Belén, garantía de su completo desenvolvimiento, es el aplauso y el aliento de nuestro querido Sr. Obispo.
Sus últimas palabras, el año pasado en su visita a Priego, ya en el mismo coche, fueron para encomendar el cuidado de la iglesia de Belén a la Jerarquía Eclesiástica de nuestro pueblo.
De viva voz ha prometido ampliar notablemente la iglesia y hasta erigirla en Parroquia. Por de pronto mandó que se atendiese espiritualmente al barrio, cosa que nuestro apreciable Párroco y el Sacerdote D. Enrique Burgos, encargado personalmente por el señor Obispo, están cumpliendo a la letra, dando ejemplo de obediencia al Prelado y de desinteresado celo evangélico.
La Hermandad agradece al Prelado y a estos ejemplares sacerdotes el cariño con que han atendido sus modestas iniciativas.
Sería de desear que todos estos esfuerzos converjan en una mayor intensificación de la devoción a la Virgen de Belén y de un mayor desarrollo de la vida religiosa del barrio.
Este es el único objetivo que se propone la nueva Junta.
Hágalo Dios. Hágalo la Virgen Santísima de Belén. Y hágalo también la Hermandad, a la que desde estas líneas damos la enhorabuena y alentamos a seguir adelante sin que se le detenga obstáculos ni le arredren dificultades.
                                                                                                         F.A.O.